Dicen que el rock es malo para ti, lo mismo decían de los videojuegos… ¿O cómo era?
Toda mi vida he vivido con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), el trastorno neurológico más común de todos con una prevalencia en la población mundial del 5%; por decirlo de alguna manera, por cada 100 personas, nace 1 con este trastorno. El problema, es que yo no me enteré que lo tenía hasta los 25 años de edad y semana tras semana compartiré con ustedes mis experiencias con las manifestaciones del TDAH, principalmente con varios títulos que me tocó jugar.
En 2007 el Wii comenzaba su dominio de la industria y la fiebre de Guitar Hero III estaba a nada de iniciar, y yo ya tenía planeado comprar el juego, el problema, era que no tenía el suficiente dinero para ello, por lo que, buscando ofertas en línea, a lo mucho lo encontré a un precio no tan decente. Fue en diciembre de ese año que mi mamá nos dio a mi y mis hermanos una enorme sorpresa antes de navidad: Guitar Hero III estaba en la cajuela del coche al regresar de un mandado.
No demoramos mucho en ponernos a jugar, y después de pasar decenas de horas golpeando las yemas de los dedos en esa guitarra de plástico, me doy cuenta ahora, a mis 32 años, que había algunos indicadores de TDAH en mi yo de 21 años al jugarlo:
- Con frecuencia tiene dificultades para mantener la atención en tareas o actividades recreativas (por ejemplo, tiene dificultad para mantener la atención en clases, conversaciones o lectura prolongada).
- Con frecuencia le es difícil esperar su turno (por ejemplo, mientras espera una cola).
Aunque para muchas cosas de la vida cotidiana me costaba un gran trabajo mantener la atención, ya sea haciendo la tarea, leyendo algún texto para la escuela o hasta mantenerme enganchado de inicio a fin en un juego; Guitar Hero demandaba mi entera concentración, además de una coordinación visomotora casi celestial aun jugando en Normal.
Pero por fortuna, el hecho de ver como me equivocaba cada vez menos en mis canciones favoritas y avanzar al siguiente set me mantenía lo suficientemente enganchado para seguir practicando y fallando una y otra vez. Poco a poco fui dándome cuenta de que tenía que ver por lo menos un segundo hacia adelante con las notas que venían, y en lugar de precipitarme a querer tocar todo muy rápido, debía respirar profundo e hilar lo que veía con mis ojos y el color de teclas que tenía en los dedos.
Otra de las pruebas a mi paciencia, y más con el TDAH, era pasar la guitarra a mis dos hermanos para esperar mi siguiente turno, acordamos que jugaríamos canción por canción, sin importar que alguien perdiera. Para infortunio mío, yo empecé siendo bastante malo por mi hiperactividad e impaciencia, por lo que tuve que resistir el impulso de agarrar la guitarra y seguir jugando sin importar lo que mis hermanos quisieran hacer.
Los mejores días eran cuando alguno de ellos salía a la calle o iba a algún mandado, me daba el suficiente tempo para seguir practicando y poco a poco llegar al final; mínimo estuvimos jugando en el mismo archivo una y otra vez hasta que llegamos al jefe final, que requirió mucha práctica para poderlo terminar.
Empezamos jugando en normal y nos retábamos varias veces a subir de dificultad, el siguiente logro más grande fue cuando al fin pude tocar una canción en Hard, obvio la más sencilla, pero me motivó lo suficiente para seguir intentando y terminarlo una segunda vuelta en esa dificultad e ir subiendo a Expert. Llegó el momento en el que de plano ya podía sentarme a jugar en esta última y sólo sufrir en el set final, principalmente con la canción One de Metallica.
Una vez dominado ese último set en Expert, que me tomó medio mes en lograr, el siguiente sufrimiento fue la canción final de The Devil Went Down To Gerogia, un cover por Steve Ouimette de la canción original de Charlie Daniels Band, y era una verdadera tortura.
No solo la canción requería casi tener seis dedos para tocarla de manera correcta, sino que era un duelo en contra del mismísimo diablo, y bien podía yo ya saber qué notas venían y debía de tocar, pero me tiraba un poder que me hacia fallar y perder, casi me daban ganas de tirar la guitarra al piso, pero mi autocontrol no me lo permitió.
Las personas con TDAH tendemos, comparado con gente neurotípica, a esforzarnos el doble o triple para conseguir algo que es de nuestro interés, pero, aunque intentamos hacerlo varias veces, continuamos equivocándonos una y otra vez sino hacemos introspección sobre qué tenemos que hacer de manera diferente. Otros, como yo en varias ocasiones, necesitamos de alguien que nos enseñe una manera nueva de como hacer las cosas con alguna variante para obtener otro resultado.
Podría parecer tonto para muchos, pero ya hay varias investigaciones científicas que comprueban que el ser humano tiende a aprender más por éxitos que por equivocaciones, a menos claro que haya alguien que le indique en qué y cómo se equivocó, para que pueda corregirlo. En casos muy raros, despersonalizarse de la situación e intentar ver los propios errores.
Mi hermano menor era el que había agarrado la onda más rápido y nos decía la forma en que podíamos pasar ciertas canciones, y aunque me costaba trabajo, lo conseguía después de muchos intentos. Pero de plano cuando llegue a Through The Fire and Flames de Dragonforce, pasé noches en vela fregándome los dedos para conseguir tocarla, y lo conseguí, pero una única vez, jamás he podido volverla a tocar, y menos ahora, que ya perdí bastante de la práctica.
En la actualidad mucho de mi arduo trabajo para aprender a jugar Guitar Hero sigue latente, pues puedo ir a algún Arcade que tenga la máquina de Guitar Hero III Arcade y jugar mis canciones favoritas, tal vez ya no al nivel que lo hacía en Expert, pero por lo menos para sentir cómo una horda de niños de 7 a 10 años me rodean boquiabiertos en el Chuck E. Cheese cuando toco Welcome To The Jungle en Expert.
Seguí jugando las secuelas subsecuentes, pero ninguna pudo replicar en mí ese goce de fallar repetidamente e intentar seguir aprendiendo y mejorando.
Y esa dedicación a aprender una nueva habilidad en un juego diferente, además de la apertura al aprendizaje de alguien más no hubiera sido posible si mi mamá no se hubiese “apiadado” de nosotros esa navidad al regalarnos Guitar Hero III.