Japón la tierra prometida de los Arcade

Mi experiencia al visitar varios Arcades en Japón.

¿Por qué no podemos tener cosas bonitas?

En el continente americano las Arcade proliferaron en los 80 y 90, no era raro pedir dinero para pasar unas horas echando “la reta” en Street Figher II o King of Fighters, y si uno era lo suficientemente bueno, con menos de $10 pesos podías perder toda la tarde jugando, o bien, ir atascado de dinero y probar varios de los juegos. Actualmente es muy raro encontrar un lugar en donde haya enormes cantidades de máquinas para jugar, pero eso no pasa en Japón.

Aquí en Veracruz el último lugar de Arcades que tenía una amplia variedad murió hace 8 años, aunque aún hay un, Chuck E. Cheese y un Show Time, están más enfocadas en el juego por tickets para intercambiar que en variedad. Recientemente fui dos semanas a Japón, donde reviví pequeños segmentos de mi infancia en varias Arcades en sus ciudades; no estaba preparado para la genialidad de estos centros de entretenimiento infinito y les quiero contar mi experiencia.

Hay áreas de las ciudades donde es más común ver Taito Stations o Sega Arcades, había algunas sin nombre que contaban con una selección menor de juegos; justamente mi primer experiencia fue en uno de estos pequeños locales en Osaka, donde tenían algo que no vi en ningún otro: juegos retro por 50 Yen. Llegué a ver Sólo en un establecimiento, escondido en callejones de Dotonbori, había juegos viejos que en mi vida había visto y a un precio reducido.

Mucho Antes de entrar, y en varios establecimientos también,  me pasó algo relacionado al TDAH, pero no enteramente con un indicador del trastorno: sentí algo de ansiedad social. En México, nunca tuve problema al entrar a un Arcade, me sentía en casa; pero en Japón, sabiendo que era extranjero, me sentía observado por los demás y “criticado”, algo así como que no era lo suficientemente bueno para estar ahí.

Obviamente nunca nadie me dijo nada despectivo o algo por el estilo, todo eso estuvo en mi cabeza e hice lo posible por no darle importancia y gastar algo de dinero en sus máquinas, buscando algunas que nunca hubiese visto o jugado, la primera fue Kidou Senshi SD Gundam- Psycho Salamander no Kyoui oh, un sencillísimo side-scroller donde el único objetivo era agarrar power-ups y disparar a los enemigos. Solo tuve que estar dando botonazo tras botonazo, para olvidarme de mis ideas de “me están viendo raro”.

Ya entrado en confianza con el local, seguí viendo que había, pero me quedé anonadado al ver la cantidad de personas jugando y echando “desmadre” mientras jugaban Tekken 7, y aunque no sabré nada de él, pude notar que el nivel de juego era bastante alto, y aunque entre ronda y ronda gritaban en sorpresa, al momento de jugar era solo el silencio de los botones, la palanca y los movimientos de cada uno de los personajes. Hasta en este aspecto son respetuosos en Japón, ya que, en niveles de juego alto, el audio es bastante importante para intentar adivinar los movimientos o combos del oponente.

Como no estoy ni siquiera cerca al nivel de ellos, preferí jugar un arcade de Dragon Ball: Zenkai Battle, donde no entendí absolutamente nada y fue aprender a prueba y error, y aun así, creo que le saqué jugo a mis 100 Yen al jugar unas cuatro rondas, pero por razones que desconozco, estaba ligeramente temeroso de que alguien más me retara y no supiera que hacer. Por fortuna para mi dinero, no sucedió, pero cuando la dificultad subió considerablemente, tuve que tirar la toalla ante Vegeta.

De lo mejor que me tocó jugar y donde dejé correr libres todas y cada una de mis inhibiciones fue con Taiko no Tatsujin, el famoso juego de tambores del que, aunque hay versiones recientes para PlayStation 4 y una a futuro para el Switch, ha sido casi exclusiva de Japón solo con un lanzamiento para el PlayStation 2 en 2005.

El mayor atractivo son sus canciones predominantemente japonesas y la constante fuerza que se usa para dar tamborazos al ritmo de cada tonada, es algo cansado mientras más pasa el tiempo, pero cada que los combos se continúan me fue muy motivante el seguir y seguir. Y es mucho más fácil engancharse, ya que jugué aproximadamente 3 canciones seguidas hasta que perdí, cosa que no pasa con otros juegos de ritmo en America; si juegan Guitar Hero Arcade y ganan la canción, no pueden seguir, y en todos los que jugué, no fue sino hasta que perdí que pare y me quedé con ganas de seguir.

Y lo peor, es que llegó un momento en el que vi el juego para PlayStation 4 en una tienda, con todo y tambor; por baboso no lo compré.

Algo que hice durante toda mi estadía y cada que veía un arcade, fue buscar las Gundam Pod de las que había escuchado hace años, pero no se si todas desaparecieron y se transformaron en un título más común para Arcade, porque jamás vi una. Pero el destino me jugaría una muy buena, ya que en su lugar encontré la Star Wars Battle Pod, una cabina pequeña para una sola persona que simula un X-Wing, Tie Fighter, Millenium Falcon y otras naves más que no llegue a probar.

Y es el mejor juego de Star Wars y arcade que he jugado en toda mi vida.

No solo fue el hecho de sentirme como en un verdadero X-Wing durante la batalla de Yavin, sino que, al estar aislado del ruido del exterior, en verdad me sentí adentro del universo de Star Wars y no pude evitar salir de la cápsula con una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando dicen que Japón es la tierra prometida del Arcade, no mienten, aunque vi muchos de los mismos juegos en varios establecimientos, cada lugar era distinto, que iban desde la cadena grande en el corazón de Akihabara donde turistas eran enseñados a jugar por nativos, hasta el local pequeño y escondido en un recoveco de la ciudad, donde jóvenes y trabajadores fuera de su jornada se reunían a “echar la reta” antes de llegar a casa.

Pero mi experiencia favorita fue cuando estuve intentado jugar MaiMai, un Rythm Game donde se tienen que utilizar las manos para seguir una secuencia al ritmo de la música, y al ser de Sega, había bastante variedad; las instrucciones estaban en japonés, y yo no entendía absolutamente nada, no fue sino hasta que una persona vio mi cara de frustración y de duda sobre cómo jugar, que me enseñó a como hacerlo con pura mímica. A puras señas, movimientos de cabeza y una que otra ayuda directa, fue que pude jugar unas 4 canciones con meros 100 Yen.

El sentimiento de compañerismo dentro de las Arcade no se ha perdido en Japón, y ojalá que nunca se acabe, pues en México, aunque aún hay sobrevivientes en la forma de multi juegos afuera de una tienda, pero no es lo a entrar a un edificio de cinco pisos dedicado a los videojuegos. Mi teoría, es que en México estos lugares eran considerados cúmulos de vandalismo y holgazanería, por lo que poco a poco la entrada de niños se fue limitando; en Japón son utilizados para convivir y liberar estrés del día a día, donde chicos y grandes se entretienen en diferentes juegos.

Ojalá la época dorada de los Arcade en México regresara, pero por mientras, quiero volver y absorber con más ganas toda la cultura del videojuego Japonés.